Experiencia de la infancia – segundo ejercicio de “El gozo de escribir”
Juan no se sorprendió cuando Matilde, la profesora de la guarderÃa, le aparto de las grandes piezas de Duplo con las que estaba construyendo una casa y le dijo: “Juanito, vamos un momento a ver a MarÃa Jesús, que te quiere presentar a unos señores muy simpáticos”.
MarÃa Jesús, una señora delgada, de facciones aguileñas y cuya cara estaba adornada por unas gafas para leer, de esas que tienen el cristal partido en dos, era la directora de la guarderÃa.
No era la primera vez que Juan, unas veces en compañÃa de sus padres y otras sólo, era llevado al despacho de MarÃa Jesús para que lo vieran los padres de otro niño, que, si las tretas de la directora conseguÃan su propósito, pronto se convertirÃa en compañero de la guarderÃa.
Matilde, una vez alcanzada la puerta del despacho de MarÃa Jesús, golpeo suavemente el cristal que ocupaba la parte superior de la misma, como si tuviera miedo de romperlo o de molestar a los ocupantes de la habitación.
A los pocos segundos se oyó la voz imperiosa de MarÃa Jesús: “Adelante”
– “Doña MarÃa Jesús, aquà le traigo a Juanito RamÃrez, tal y como me pidió” – dijo Matilde una vez ella y Juan hubieron cruzado el enorme despacho hasta la inmensa mesa de caoba que dominaba la habitación.
-“Muchas gracias, Matilde” – oyó Juan mientras examinaba la habitación por enésima vez y se percataba que en los cómodos sillones de cuero con orejeras que habÃa frente a la mesa se hallaba sentado un matrimonio que le miraban con cara expectante.
Matilde le dio un apretón tranquilizador a la mano de Juan, la soltó y se marcho con paso tranquilo y sin mirar atrás, de vuelta con el resto de los niños.
– “Hola, Juan” – dijo MarÃa Jesús – “siéntate un momento”. MarÃa Jesús señalo a un taburete bajo de color rojo que resaltaba extrañamente dentro de la seriedad de su despacho.
– “Te presento a los señores GarcÃa del Molar. Estos señores tienen mucho interés en ver lo bien que lees”
– “Bueno” – respondió Juan, con tono de resignación mientras se sentaba.
MarÃa Jesús rodeó su mesa y se acerco a Juan mientras extendÃa su brazo. Abierto en la mano estaba un pequeño papel que Juan cogió y alisó.
Tras darle la vuelta, ya que lo habÃa cogido boca abajo, Juan empezó a leer con voz segura:
– “La aspirina, el éster salicÃlico del ácido acético fue introducida en la clÃnica en 1899 siendo utilizada como analgésico, antiinflamatorio, antipirético y antitrombótico. Una vez en el organismo, el ácido acetilsalicÃlico es hidrolizado a salicilato que también es activo.”